lunes, 3 de enero de 2011

Profesionales, ante todo.

El 2011 acaba de arrancar y uno de mis deseos para este año y para los que le siguen, a nivel profesional, es que muchas empresas entiendan de una vez por todas que el mejor activo con el que pueden contar son los profesionales que trabajan por y para ellas.


En mis años de experiencia, que ya son unos cuantos, he estado en empresas de diferente tipo: multinacionales, pymes, consultorías… y, contrariamente a lo que se pueda pensar, cuanto más pequeña es la empresa en estructura, parece que menos apego hay hacia sus trabajadores.

En las multinacionales y las empresas grandes, probablemente porque tienen una cultura empresarial muy arraigada, los departamentos de RR.HH. están fuertemente desarrollados y son empresas económicamente potentes, se pueden permitir el “lujo” de mimar un poco más a sus trabajadores. Es más, invierten en ellos. Yo misma estuve ocho años trabajando en una gran multinacional, compañía a la que le guardo muchísimo cariño y que me enseñó (casi) todo lo que sé sobre marketing, especialmente el de gran consumo. Allí me sentía como en una gran familia: conocía a todos los compañeros de los demás departamentos, hice muy buenos amigos, tenía jefes excelentes que además eran colegas e incluso nos íbamos de marcha por ahí… Me sentía realmente a gusto. Y por supuesto, sin descuidar ni por un minuto la profesionalidad que se nos exigía en todo momento y, sobretodo, ¡los resultados! Dicha compañía tiene fama de ser dura y exigente, y de hecho lo es; mis propios inicios estuvieron acompañados de mucho sudor y alguna que otra lágrima hasta que pude ganarme “mi hueco”; eso si, no sin antes echándole mucho esfuerzo, horas y horas de trabajo y sobretodo, unas ganas infinitas de superación. Lo conseguí; mi esfuerzo se vio recompensado. Allí, se nos trataba como auténticos profesionales y nos sentíamos valorados como personas: te recompensaban cuando hacías bien tu trabajo, te orientaban cuando te desviabas de los objetivos marcados y en última instancia se lo pensaban muy mucho antes de tener que despedir a alguien; incluso te daban un tiempo razonable para que pudieras encontrar otro empleo, antes de tener que irte. Todas esas cosas eran lo que nos hacía sacar lo mejor de nosotros mismos para rendir al máximo.

Por circunstancias personales (llamémoslas, de pareja) dejé dicha compañía, dejé Barcelona y me volví a vivir a mi pequeña ciudad natal. Yo ya sabía que lo que me encontraría allí a nivel profesional distaría mucho de lo que había tenido hasta entonces: el tipo de empresa (nada de multinacionales), las dimensiones (pequeñas estructuras con organigramas muy cortos, en caso de que los hubiera), la manera de trabajar (todos hacen “un poco de todo”), los recursos (mucho más limitados)… ¡por no hablar de los salarios! Estaba mentalizada y preparada para todo ello. Pero lo que no me esperaba en absoluto era ver la poca vinculación existente entre empresario y trabajadores. En los años en los que he estado tanto como trabajadora (desde dentro) como consultora (desde fuera) en varias de estas empresas (pymes todas ellas, siendo éstas más bien de la "p" que de la "m"), he constatado en todas ellas lo poco que se valora a los trabajadores, su profesionalidad, sus motivaciones y su implicación hacia la empresa, que a veces es incluso superior que la de los propios dueños. Parece una paradoja que precisamente en los sitios más pequeños, donde todos se deberían conocer un poco mejor, donde representa que estás en una familia más unida, donde jefes y trabajadores deberían ser un piña, ocurre todo lo contrario.

¿Y por qué ocurre esto en este tipo de empresas? Por lo que he podido observar, se debe a una falta de adaptación a los cambios del entorno que deriva en una gran falta de dirección estratégica. Muchos empresarios que tuvieron éxito hace algunos años y pudieron crecer de forma rápida en poco tiempo, se encuentran ahora en un territorio hostil, con un mayor número de competidores, mucho más duros y por si fuera poco, en una época de crisis galopante. Ahora ya no vale el “todos hacemos un poco de todo”, el ir a salto de mata. Toca profesionalizar la empresa, contar con auténticos profesionales que organicen y gestionen los procesos y los recursos, que integren departamentos bien estructurados y que lleven adelante planes estratégicos analizados en profundidad y ejecutados con minuciosidad. Muchas de estas empresas ya lo intentan, se rodean de cientos de consultores (uno detrás de otro), fichan a buenos profesionales, se gastan un dineral en nuevas tecnologías, etc. y sin embargo, no avanzan. ¿Qué es lo que ocurre? Sencillamente, que en el fondo no se dejan. Son como el perro del hortelano: que ni come ni deja comer. Quieren innovar y "romper moldes"... eso si, sobre el papel (que todo lo aguanta) porque luego en la práctica todo son "peros". Y de ahí, que si los resultados siguen sin salir, que si es por culpa de los trabajadores que no se implican lo suficiente (lo que pasa es que están desmotivados), que si despidos fulminantes, a la brava, así porque sí, porque algunas opiniones no están en "sintonía" con lo que persigue la empresa (o sea, el jefe)… y con todo ello, los profesionales con más talento, aquellos que fueron fichados con tantas esperanzas pero que enseguida fueron apartados, igual que los niños a sus juguetes nuevos, son los primeros en largarse (ya no esperan ni a ser despedidos). En definitiva, se crea un círculo vicioso del que cuesta cada vez más salir.

Con todo esto no quiero decir que las multinacionales sean el ejemplo a seguir en todo y que las empresas pequeñas no sepan hacer bien las cosas. Cuidado, hay de todo en la viña del señor. Pero lo que si creo es que hay muchas empresas desorientadas, que deberían aprender de sus “hermanas mayores” y tratar de imitarlas en lo que éstas saben hacer bien: implantar un buen sistema organizativo y de gestión empresarial que les permita ser más competitivas. Todo sencillo, sin grandes pretensiones, simplemente implementando una manera nueva y eficiente de trabajar, adaptada a cada tamaño y necesidad. No hace falta tener un gran departamento de RR.HH. o una cultura empresarial apabullante o unos recursos económicos desorbitados… simplemente basta con mantener la calma y la objetividad, ser honestos, poner las cartas sobre la mesa y considerar más a los profesionales, dialogando con ellos, dejándose aconsejar, valorando más sus aportaciones, obteniendo a cambio lo mejor de ellos. Aportarles y dejar que te aporten, escucharlos, motivarlos. De este modo se crearía un círculo virtuoso que llevaría a una empresa amable, bien organizada y estructurada, con objetivos bien definidos, con descripciones de trabajo claras, con trabajadores más motivados y valorados, con mejores resultados y finalmente, con jefes más contentos. Sin nervios, sin (demasiadas) prisas. Todos saldrían ganando.

Algunas ya están empezando a entenderlo, e incluso a implementarlo, aunque todavía queda un largo camino por recorrer. Creer en los profesionales y crear estructuras sólidas y bien organizadas es sólo el principio del camino hacia la eficiencia y el éxito. Este es el “must”, el “sin e qua non” para poder avanzar y llegar al “segundo nivel”, el de la inevitable adaptación a la era digital. Pero de eso ya hablaré en mi siguiente post, que este ya me ha quedado un poco largo… ;)

5 comentarios:

  1. Muy buenas Susana!

    Referente al tema comentado en este post, estoy de acuerdo con lo que dices, pero con matices. Es cierto que en la pyme se cuida menos a las personas, pero no creo que se pueda generalizar. De la misma manera, las multinacionales no son tan "buenas" en temas de RRHH a mi entender. Hay muchas políticas de RRHH que se hacen de cara a la galeria, pero luego la realidad es muy distinta. O es que no hay despidos fulminantes (yo se de unos cuantos) y broncas por doquier en las multinacionales?

    Y es que al final la clave de todo son como tu dices las personas. Y personas que sepan gestionar bien a los equipos profesionales las hay en multinacionales y en pymes. De la misma manera que los hay de malos en todas partes. Lo que si es verdad es que en una multinacional (ojo, por lo que yo he visto, sin haber trabajado en una) tienes muchas ayudas a nivel de formación y hay más opciones de carrera profesional. A lo largo de la carrera cada persona se va formando en gestión de equipos. Y el que no aprende.... pues tiene pocas opciones, no?

    En cambio en la pyme hay más "self-made-man" (o woman, claro) y la formación por lo general escasea. Yo creo que algo tiene que ver el no disponer de los recursos suficientes, pero es verdad que hay aún mucha falta de cultura de gestión.

    Otro punto que creo que hay que tener en cuenta es el perfil del profesional. Aquí si puedo hablar por propia experiencia y te aseguro que intentar ciertas políticas de RRHH en un entorno de fábrica con antiguedades de +30 años es como mínimo complicado. En cambio aplicar ciertos criterios de gestión en equipos de gente preparada en el ámbito de gestión es muy distinto (no digo que sea fácil). Y en pymes hay en muchos casos los primeros perfiles que te comento. Aunque de nuevo, no se puede generalizar.

    En fin, que queda mucho por hacer y la profesionalización es muy necesaria.

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Hola Marcus!

    Muchas gracias por tu amplia respuesta. Veo que este tema da de si para generar debate; es muy interesante…

    Estoy totalmente de acuerdo contigo, no se puede generalizar en absoluto, y de hecho así intento matizarlo en mi post. Yo hablo por mi propia experiencia y por las empresas con las que he tenido contacto, que no han sido ni una, ni dos, ni tres… sino algunas cuantas más…

    En primer lugar, sin embargo, quiero dejar muy claro que no pretendo decir que trabajar en una Pyme sea negativo, al contrario, creo que ofrece una serie de ventajas que la mayoría de las multinacionales no dan: mayor flexibilidad, tomas de decisiones más autónomas, estar más cerca de la estrategia, poder aportar mucho más… realmente muy estimulante! Eso si, siempre y cuando la/s persona/s que esté/n al frete sean capaces de gestionar bien sus equipos y motivarlos.

    Cierto es que de todo hay en todos lados: malos y excelentes gerentes tanto en multinacionales como en Pymes… pero creo que las Pymes no pueden permitirse el “lujo” de tener una mala gestión, puesto que el impacto en la organización es mucho mayor y las consecuencias más inmediatas y nefastas.

    Tampoco creo que sea necesario contar con grandes presupuestos para poder desarrollar políticas de RR.HH. correctas. Cuando digo “invertir” no me refiero a dinero, sino invertir en todo lo que tiene que ver con la motivación y el fomento de la pertenencia a la empresa del trabajador. A todos nos gusta sentirnos respetados, valorados y tenidos en cuenta.

    En el fondo, el “quid” de la cuestión, radica en saberse adaptar a los cambios del entorno. A muchos empresarios (sobretodo los de mayor edad) les cuesta mucho cambiar su manera de hacer (¡ellos levantaron el negocio!) y eso es lo que genera tensiones y malos ambientes. Los que tienen la suerte de contar con segundas y terceras generaciones, generalmente más preparadas y al día en cuanto a técnicas de gestión de empresas se refiere, lo tienen mejor.

    En fin, que tanto en unos casos como en los otros, yo me quedaría con la conclusión final: que se tiene que creer y cuidar a los profesionales, ya que ellos son el verdadero “motor” de las empresas.

    Un saludo y hasta pronto!!!

    ResponderEliminar
  3. Estimada Susana,

    me parece una reflexión interesantísima y creo que tiene muchos elementos que deberían formar parte del catecismo de las empresas. Otro tema es como implementar esos temas en las empresas en los tiempos que corren.

    Cuando el objetivo fundamental de una buena parte de las organizaciones es ver como cobro lo que me deben y pago las nóminas el mes que viene, se han comido todos los recursos habidos y por haber, se han empeñado hasta las orejas, siendo en definitiva, su máximo empeño sobrevivir, te garantizo que la visión es bien diferente. Esa gente son héroes.

    Los empresarios, autónomos, freelancers -cualquiera que tiene que batirse el cobre cada día, para garantizarse el sustento de mañana y construir algo que mejore las perspectivas-, son como el resto de la sociedad: estamos poco y mal preparados, actuamos a salto de mata y si conseguimos superar las cribas, es gracias a la experiencia y las ganas.

    Hay multinacionales fantásticas, como hay PYMES que son un ejemplo. Y hay otras multinacionales líderes en su sector que desde mucho antes de la crisis tienen a sus trabajadores con contratos de ETT desde hace 6 ó 7 años, sin vacaciones, ni derechos de ninguna clase. Solo cuando se monta un pollo en algún centro, y tienen miles, "regularizan" la situación de unos cuantos.

    Los trabajadores por supuesto que no están motivados. Pero ¿cómo puede estarlo alguien que cobra 800 euros al mes, con perspectivas de no progresar y viendo como personas que hacen trabajos parecidos cobran el doble o el triple? ¿cómo lo estarán personas que en cuanto se quedan embarazadas se coge una baja al segundo mes y vuelven al cabo de 2 años? Obviamente esas personas hacen eso porque su trabajo no les motiva lo más mínimo.

    Y el empresario que ve ocurrir eso una vez tras otra, decide que todos son iguales. Y como actúa como un cabrón, todos acaban siendo iguales. Poner toda la carga sobre el empresario, cuando tiene que lidiar en un entorno tan hostil, es pedirle a gritos que se haga funcionario o que se busque la vida por otros pagos, más sensibles con la mentalidad emprendedora.

    Empresas magníficas se deterioran en un par de años por prácticas empresariales absurdas, que de repente se le ocurren a la mujer, el marido o el primo de alguien, o por la actitud de trabajadores que consideran que los derechos, nunca llevan aparejados obligaciones.

    España necesita un reset, porque el problema de las empresas, no es solo de estas. Es algo que afecta a toda la sociedad. Estamos en una crisis, que durará lo que duré y vendrá seguida por otra más dura y nosotros en cada vuelta de tuerca perdemos equidad y más se marcan las diferencias.

    Lo que no nos podemos permitir es ni una persona más viviendo del cuento o del erario público, sin dar el máximo a cambio. No podemos permitirnos empresas con reglas del juego amañadas. No podemos permitirnos rescates de 5000 millones de euros de una caja de chichinabo.

    Imagina que a una empresa le eliminas todas las cuotas sociales de los trabajadores durante 2 años. Con 5000 millones se crearían entre medio millón y 1 millón de puestos de trabajo en esas condiciones.

    Con 5000 millones se devolvería a las empresas una pequeña parte de lo que les debe la administración. Se les inyectaría la sabia que necesitan para sobrevivir y mantener los puestos de trabajo.

    Hay demasiadas cosas que cambiar y la responsabilidad no puede caer siempre sobre los mismos. Porque si no la alternativa es la rendición o el exilio...

    ResponderEliminar
  4. ...Es frustrante para los trabajadores, ver que su esfuerzo no se recompensa. Lo es para los empresarios que se ven devorados por normas a la medida de organizaciones, que se han beneficiado de un mercado "a la medida" para financiar su expansión internacional.

    Seamos serios, hay que conseguir que los empresarios sigan en la brecha, que mejoren y que puedan competir en igualdad de condiciones, para que los jóvenes, los prejubilados y cualquiera que tenga ganas cree nuevas oportunidades, porque nuestra sociedad necesita muchas empresas y muchos emprendedores.

    Y lo dejo que me enrollo como una persina :-) Lo dicho enhorabuena por tu blog es muy interesante y tocas temas que hay que ayudar a difundir.

    Saludos
    Jose

    PD. Sobre los empresarios indignados se ha publicado algo recientemente. En el grupo de Facebook tento alguna referencia. Disculpa el autobombo :)

    http://www.facebook.com/pages/Tontos/190809044285435?sk=wall

    ResponderEliminar
  5. ¡Hola Jose!

    Wow!!! Me he quedado "anonadada" con tu laaaargo comentario... :) No, en serio, muchas gracias por tu aportación, que es realmente interesante y daría para muchos debates más.

    No tengo más que decir que si, que tienes razón, que la "culpa" no es siempre de los empresarios, que muchas veces se ven obligados a tomar medidas drásticas para poder salvar sus empresas. Totalmente comprensible, Y también hay trabajadores "jetas" y aprovechados que dan lo mínimo para intentar recibir lo máximo que puedan..

    Yo hablo de mi propia experiencia y lo que me he ido encontrando por el camino. Yo me considero una persona responsable, trabajadora y que siempre ha intentado dar lo máximo de mi misma para desempeñar mi trabajo de la mejor manera posible... Sin embargo, lo que he recibido no ha sido siempre "recompensado", y no me refiero al componente económico, sino en lo "soft", en el de la motivación, el de la palmadita en la espalda de vez en cuando... Esos son los pequeños detalles que deberían cuidarse y que en realidad no cuestan nada. Un pequeño gesto afectuoso puede tener una fuerza impresionante en el trabajador. Al final, si esto no se practica, lo que se consigue es que la gente válida y con talento se vayan de las empresas que no los reconocen como tales y se marchen a otras que si lo hagan o , en otros casos, se dediquen a montar sus propias empresas o autoempleos, porque precisamente tienen la capacidad de hacerlo.

    Un abrazo y mil gracias otra vez.
    Susana.

    ResponderEliminar